Me robaste la soledad.
Entraste de puntillas
para no dañar al tiempo con tus pasos.
Sin apenas respirar para no despeinar
el cabello de las paredes recién pintadas.
Yo dormía como siempre
o como casi siempre.
Soñaba como nunca
o como casi nunca.
Esperaste que estuviese desprevenido
y te llevaste entera mi soledad
que se enroscaba con furia
por mis años y mi sombra.
Ella, tímida, virgen y azul
se dejo atrapar
como se dejan atrapar
todas las soledades del planeta.
La paseaste por las calles
de todas las ciudades.
Le cantaste todas las canciones
que han compuesto los humanos.
Y os bebisteis los mejores vinos
directamente de las viñas
de aquel viñedo que sombreaba mi infancia.
Me robaste la soledad entera
y a pesar que solo tenía una
no me hacía falta.
Esperé paciente a que volvierais cansadas
de vuestro devaneo por el mundo.
A mi soledad ya no la echaba de menos
pero a ti si.

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